No sé (The Unforgiven II)

Escuché demasiadas veces que sólo el tiempo nos hace sabios, pero son los besos y palabras de tus labios que me dicen por donde caminar. De un segundo para el siguiente, mi cabeza de repente se da cuenta del error que cometió el corazón cuando aquello que quería se fue sin decir adiós.

Tal vez perdidos en las circunstancias, donde las ansias se vuelven calma, donde las prisas se vuelven paz, sea ese el destino preferido y el arco del triunfo a cruzar. Perdidos, sí, porque al menos mi brújula pierde el norte, una vez pasado el primer corte, cuando mi cuerpo se acerca a ti.

A veces me vuelvo tan tonto que sólo se me ocurre intentar el ladrido que no se ha de gritar. Entonces las lágrimas caen por dentro, mientras los ojos demuestran la furia contenida en el momento, conmigo mismo y por el tiempo que el destino nos deje marchar.

Así, mi inmortal recuerdo se vuelve caduco por el tiempo necesario en volver la primavera, cuando deseo que te sientes tan cerca que mis manos te puedan acariciar. Por la infinidad de un segundo nada más importa, que llevarte fuera de este mundo y de vuelta en una hora, o por el tiempo requerido en movimientos sin sigilo que se cruzan entre los dos.

Dejaré que las preguntas las responda el tiempo.