1 jul 2007

viviendo

ayer estuvimos visitando a la familia, hacía calor, el aire acondicionado del coche no era tal, más bien un chorrillo de aire que sólo se sentía fresco cuando no daba el sol. Pasamos un cartel que decía: "Portugal 83", digo mira... andamos un poco más y ya estamos en Portugal... pero de repente nos dió una pereza seguir en la carretera con ese calor...

"el campo en extremadura es duro para vivir" decía mi suegra en un retazo de conversación... si, extrema y dura, extremadura... pero es tan... auténtica... y cuando "vives" allí tan... acogedora.

Fuimos a llevar unas cosas que me dió mi madre a la casa del pueblo. Allí saludé a una vecina, "la pucherera" porque vendía botijos. Nunca olvidaré lo que era entrar en aquella casa, de pequeña, un espacio diáfano, con el suelo de pizarra, oscuro, con dos enormes tinajas de barro sobre unos pies de hierro. Con su platito de hojalata recubierto de porcelana y su jarrita desconchada encima. De ahí bebíamos agua fresca cada verano. Entonces no tenían ni televisión... pasábamos los veranos en la calle, jugando a hacernos trampas o guerrillas de piedras (éramos un poco burros), al atardecer, mientras acompañábamos a los padres al cotilleo sentados en las sillas junto a la puerta de casa, en la calle, al fresco, nosotros jugábamos a contar coches que pasaban por la carretera. Cada uno se pedía un color. Mi hermano siempre el blanco ( y siempre ganaba), yo siempre el rojo (y siempre perdía). Ahora el blanco perdería... el rojo también... ganaría el gris.

Quizá ahora sea todo más gris...

Aquellos veranos eran deliciosos, las extremas temperaturas, las siestas obligadas por el calor pero luego... el fresco de la tarde (o no) pero no sé, era delicioso.

"la gente está agusto con nosotros y siempre nos llaman, pero nosotros nunca llamamos a nadie porque no nos sale..." otro retazo de conversación... es cierto, con ellos te lo pasas muy bien

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